El dorso del P.R.E.

Para los aficionados al caballo de Pura Raza Española les resultará muy interesante este artículo. Mucho se ha hablado de las condiciones que debe tener un buen dorso del P.R.E., pero tal vez son muchos los factores que hay que tener en cuenta y también son muchas las influencias que éste tiene en la funcionalidad del animal. Es por eso que no debemos tomar a la carrera su valoración, y saber qué nos puede ofrecer un dorso con lo que le queremos pedir al caballo.

El dorso, que está situado entre los riñones y la cruz y formado por las vértebras dorsales, debe ser corto, tanto longitudinal como transversalmente, recto, flexible y con una buena musculación, lo que redunda en su solidez. Es la región en que se coloca la silla, formando su base ósea las diez últimas vértebras torácicas y el extremo superior de las costillas.

El dorso es el transmisor del impulso creado por el tren posterior hacia el tercio anterior.

La anchura auxilia a la solidez y acusada amplitud de la cavidad torácica. Los músculos de un dorso de anchura correcta si son pronunciados y fuertes toman parte activa en todos los movimientos, especialmente en los de proyección del cuerpo. Ya que la anchura del dorso de halla en íntima correspondencia con el desarrollo transversal del pecho y de la curvatura de las costillas, el dorso excesivamente ancho (“dorso plano”) acompaña normalmente al “tórax en barril”, presentando los mismos inconvenientes que señalamos al hablar de aquél. En cambio en caballos con pechos de escasa amplitud, de costillares de poca convexidad, es habitual el hallazgo de dorsos escurridos con arista superior afilada, lo que se denomina “dorsos cortantes”.

Por lo que respecta a la longitud, si bien un dorso corto es favorable a los caballos que hayan de arrastrar pesos enormes o soportar cargas considerables y el largo favorece la velocidad al deshacer la curvatura de raquis en el momento de la impulsión del cuerpo, en un caballo de silla, como es el Caballo Español, debe ser media, ya que se establece un equilibrio entre flexibilidad y solidez, además de ser menos proclive a los alcances que el dorso corto.

En cuanto a su dirección hemos dicho que debe ser recto, que es el que ofrece más ventajas para la transmisión íntegra del empuje.

Lo normal es que haya un declive a partir de la cruz de unos 5-6 cm., pero puede llegar incluso a los 10 cm. si el caballo tiene una cruz muy destacada y una grupa elevada, dando lo que se llama “falso ensillado”.

Pero si realmente el dorso está hundido (“ensillado”), son débiles y de poco aguante.

En las yeguas se manifiesta con más frecuencia el “dorso ensillado” sobre todo en animales de edad, y como consecuencia de muchas gestaciones. En este caso este defecto debe ser menos penalizable. El defecto contrario, la convexidad o “dorso de carpa”, “dorso de camello” o “dorso de mula” es muy propio en los animales de carga, favorecidas como se hallan en él las condiciones de resistencia, aunque a expensas de la flexibilidad, de lo que resulta movimientos incómodos, reacciones duras y desagradables, y falta de aptitud para la silla.

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